Cervezas estacionales, una maravilla

Beber cerveza, en general, es una actividad placentera. Algunas veces no tanto, pero podemos afirmar que beber una cerveza tiene algo de litúrgico y de sobrenatural. Muchas veces no sabemos por qué*, pero sentimos algo especial; nos hace el día más feliz ya no solamente beber, sino seleccionar y comprar la botella pensando en el momento de beberla.
*(no lo digáis a nadie, pero es el alcohol)

Cuando empecé a beber cerveza artesana, me limitaba a los estilos que iba descubriendo. Creo que todos los cerveceros que lo somos a conciencia hemos pasado por esto. Era descubrir nuevos tipos de birra y caer rendido a sus encantos. Así tuve mi etapa de cervezas belgas en general, mi etapa Imperial Stout, mi etapa Doble IPA, mi etapa Belgian Strong Ale... Al principio me enamoré de cervezas que gritaban, con altos porcentajes de alcohol por lo general. Luego tuve mi época de vuelta a los clásicos y el descubrimiento de los estilos británicos. Bitters, Porters, Dry Stouts, Old Ales, Barley Wines, etcétera. Finalmente, redescubrí las lager, desde las alemanas, con sus Dunkel, Bock, Helles... hasta las checas. Con toda esta paleta de sabores, estilos y variedades, empecé a beber de todo sin distinción de época del año. Me daba igual tomar una Russian Imperial Stout con un 13% de alcohol en verano, o una Session IPA en enero. Pero poco a poco mis ganas de cerveza se fueron “estacionalizando”, de forma inconsciente, y fue maravilloso porque me di cuenta de la variedad de la que podemos disfrutar los que nos gusta la cerveza.

Beber cerveza que trasciende el ahorro de costes y está hecha con la intención de ser deliciosa te regala estas pequeñas reflexiones. Al final, acabas dándote cuenta que puedes trazar el recorrido de un año por los estilos que bebes durante el mismo, sea por tradición o por placer. Aunque sigamos bebiendo de todo, existe una pauta anual muy interesante.

Empezamos en primavera. El renacer de la vida, el despertar tras el invierno. Época de cervezas frescas. Pasamos de lo denso y reconfortante a la conjunción con la naturaleza: cervezas florales, afrutadas, bajando el porcentaje de alcohol. Qué bonito es este primer día fresco pero no frío, este primer día que llegamos a los 18 o 20ºC soleados. Cómo apetece una buena Pale Ale, una buena Lambic, una buena Pilsner checa. O una Blonde belga, o una Bitter inglesa. La vida se ve distinta con una cerveza delante; Y una tarde primaveral, con las horas de sol ganando terreno a las de oscuridad, es un buen ejemplo de ello.

Poco a poco los días se hacen más calurosos, y empiezan a apetecer las pintas (ya no medias) con cervezas de sesión. Cervezas que pasan la sed, que sofocan el calor. Es una sensación difícil de igualar el tomar una cerveza bien lupulada, equilibrada y bien hecha una noche de verano. Grillos, manga corta y una buena dosis de lúpulo, tanto da si es con los amigos debatiendo de cualquier tontería o solos, sea leyendo, pensando o haciendo cualquier cosa.

Mucha gente (entre la que me incluyo) acaba hasta las narices del calor tras –o durante- el mes de agosto. Llega entonces septiembre, las temperaturas dan tregua y sin saber muy bien cómo, hacemos una especie de reset. Es en otoño cuando la naturaleza empieza a ponerse en pausa, pero en nuestro caso el otoño es una estación introspectiva, donde solemos repasar nuestro momento vital, lo analizamos un poco y nos ponemos nuevas metas. Es una época fascinante, de proyectos y energía renovada. Sin darnos casi cuenta, octubre acecha y con él la Oktoberfest. Durante muchos años ha sido un sinónimo en España de “fiesta donde beber la misma cerveza de siempre pero en más cantidad”, pero el tema está cambiando a bien. Por fin podemos beber jarras de litro de Festbier, encontramos fiestas con cervezas artesanas hechas para tal ocasión (cervezas tradicionales alemanas como Märzen) y en los supermercados encontramos alguna tímida promoción o cerveza de temporada. Y aunque las marcas que montan muchos de estos tinglados son siempre las mismas, por lo menos son marcas establecidas en Munich, y lo que tomamos nosotros aquí es lo mismo que toman ellos en su tan célebre fiesta en la plaza Theresienwiese. Todavía con el sabor de la tradición bávara en la boca, llegamos a Todos los Santos. Para los yankees y no tan yankees, Halloween. Y con él, nos llegan las Pumpkin Ale. Cervezas con calabaza y especias a mansalva, que nos recuerdan que la estación más fría del año se acerca. A no ser que se odien las especias, beber una buena Pumpkin Ale con unos boniatos y unas castañas durante un fresco y húmedo día de noviembre es una de las mayores lecciones de mestizaje cultural y gastronómico que podemos encontrar (especialmente en Cataluña).

Y sin querer, llega diciembre. Mes de las especias y el alcohol por antonomasia. Las Winter y Christmas Ales son tan interpretables que no se pueden englobar bajo una pauta más allá de los dos conceptos expresados en la frase anterior. Van desde lo pálido hasta lo tostado y desde lo moderado hasta lo masticable. E igual que las Pumpkin Ale nos brindaban la oportunidad de conjugar tradición local con tradición foránea, la cerveza de Navidad nos da la oportunidad de conjugar el niño interior con el adulto ocioso y hedonista en el que nos convertimos a ratos, especialmente cuando nos da por abrir una botella de buena Ale. Es por esto que cuando van instalando luces navideñas por la calle y el frío aprieta, apetece mucho ir a comprar buenas cervezas de este tipo. Y luego tomarlas a la luz de una lumbre (esto es muy ñoño, lo sé).

E igual que acabamos hasta el gorro del calor, llega un momento en el que las Imperial Stouts y cervezas de más graduación y cuerpo quieren dejar paso a cervezas más suaves. Tantos meses con pocas horas de luz y frío intenso hacen mella, y esperamos con los brazos abiertos el primer día fresco en lugar de frío, el de los 20ºC al solecito, para volver a abrir de nuevo otra Pale Ale.

Y así, año tras año, vamos forjando una especie de rueda cervecera. Y lo que antes era una amalgama de estilos inconexos va transformándose en un camino que nos anima, nos hace felices, porque lo esperamos con alegría. Y que así sea por muchos años, y que lo podamos disfrutar.

3 comentarios:

  1. A mi también me ha gustado mucho.

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  2. Que buen artículo, toda la razón yo todavía me tiro a todo lo nuevo o este año sin pensar en la temporada pero poco a poco voy aprendiendo. La uso de guía.

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