Ya hemos hablado en el pasado mucho sobre maridaje en esta web, ya que lo consideramos una puerta de entrada fundamental, de la mano de la hostelería, para la normalización de la oferta cervecera. Y por eso hemos querido analizar algunos fallos que son fáciles de cometer y que conviene evitar. ¡Tomad nota y aprended de nuestros errores!
No equilibrar bien las intensidades
Una cerveza con un perfil potente (como una Imperial IPA o una Barleywine) puede eclipsar fácilmente un plato de sabores sutiles, como un pescado blanco a la plancha o una ensalada ligera. Para evitar esto, elige cervezas más suaves y equilibradas que respeten la fragilidad del plato, como una Helles Lager o una Witbier. ¡Y viceversa! ¡Nada de cervezas demasiado ligeras con platos fuertes!
Ignorar el cuerpo y el gas de la cerveza
La carbonatación de la cerveza juega un papel importante en el maridaje, que muchas veces no tenemos en cuenta. Una cerveza muy efervescente puede resultar abrumadora si se combina con platos muy ligeros, mientras que una cerveza plana puede no limpiar el paladar al comer algo graso o pesado. Es clave buscar el equilibrio en este sentido entre la textura del plato y la de la cerveza.
Pasarse con el contraste
Aunque el maridaje por contraste puede ser interesante y acertado, no todo contraste es positivo. Por ejemplo, combinar una cerveza muy ácida (como una Lambic) con platos excesivamente grasos puede resultar demasiado agresivo para el paladar. Es mejor asegurarse de que el contraste sea armonioso y no choque en exceso, de forma desagradable.
Desordenar la intensidad en un menú completo
Si vamos a maridar varias cervezas en una comida, lo recomendable es ir siempre de menos a más en cuanto a intensidad. Si la experiencia gastronómica comienza con una cerveza fuerte, como una Imperial Stout, será difícil apreciar las sutilezas de una Lager suave que venga después. Respetar una progresión lógica es fundamental para que cada cerveza (y cada plato) se disfruten como se merece.
Priorizar la teoría sobre el gusto personal
Por último, un error muy común es este: ceñirse demasiado a las "reglas" y olvidar lo más importante… ¡que el mejor maridaje es el que te gusta! Aunque está genial seguir y aprender de los expertos, hay que ser valiente y salirse del guion con lo que te apetezca en cada momento. A veces, de esas combinaciones salen cosas sorprendentes.
Porque el maridaje no es una ciencia exacta. Lo suyo es probar, experimentar y disfrutar de la experiencia… ¡Y que todo el aprendizaje venga así, acompañado de comida y bebida!
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