Las grandes marcas están siempre en la búsqueda de rellenar sus porfolios con productos que ocupen todos los nichos apetecibles del mercado. Por eso ahora hacen (y harán más) cervezas “artesanas”, y sacan tantos productos “raros”, como cervezas isotónicas, con frutas, “strongs”, o, como es el caso “de abadía”… (sin tener nada que ver con ninguna abadía o la iglesia, como la que lleva nombre de monasterio…).
Esta es de la portuguesa Super Bock, y es una birra de color avellana, marrón rojizo limpio y brillante. Lo estropea la espuma, que es beis claro, pero de burbuja gorda y crepitante, fea y de baja persistencia en la copa. Vamos, que no invita demasiado a beber.
El aroma es a malta, caramelo y azúcar. Ni complejo ni equilibrado. Y en boca, el sabor es dulce. Simplón. Nada que ver con la complejidad de las cervezas de abadía belgas. No es desagradable, pero tampoco tiene nada de interesante.
Además, tiene demasiado alcohol (6,4% ABV) para algo tan poco agraciado ni agradecido. Por lo que se transforma en algo peleón y emborrachador. Desde luego, nada que desde El Jardín podamos recomendar a nuestros lectores. Solamente recomendar evitarla, claro, ni por curiosidad.
“Mi opinión en un Tweet:” El hábito no hace al monje, está claro. Nota: Insuficiente bajo.
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