Hoy nos sentimos un poco gamberros y vamos a rescatar uno de los “cócteles” con cerveza que más veces hemos bebido en nuestra juventud. Y lo entrecomillamos porque bueno, es hasta difícil considerarlo un cóctel. Pero es la mezcla organizada de varias bebidas, con fines hedonistas y alcohólicos… así que cuenta.
Y es el Submarino de toda la vida: dentro del vaso de cerveza lager, un chupito (habitualmente) de whisky. Para darle sabor y alegría. ¡Plaf! A lo loco y que salpique, y que se mezcle según cae. Al menos así lo hacíamos nosotros, que éramos unos macarras sencillotes.
Pero hemos visto posteriormente que, si primero sirves el chupito y luego pones el vaso de pinta encima (del revés) puedes darle la vuelta para servir la cerveza sin que el destilado se derrame. De esta manera empieza a mezclarse cuando ya estás bebiendo. Probadlo.
Si no os gusta el whisky, con tequila también queda curioso (y lo llaman Submarino Amarillo, así que cualquier fan acérrimo de The Beatles querrá probarlo). Y si tampoco os gusta el tequila, pues probad con otra cosa. O con otros estilos de cerveza. Las posibilidades son infinitas.
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