Aunque le traigamos a la sección de personajes cerveceros, la relación de este monarca con la cerveza es indirecta, pero aun así muy mencionable. Y es que Luis I de Baviera fue el que, gracias a su casamiento, dio origen a la archiconocida Oktoberfest. Veamos cómo fueron las cosas.
Corría el año 1810 cuando el entonces todavía príncipe Luis (Ludwig) de Baviera, hijo del primer rey bávaro Maximiliano I, iba a contraer matrimonio con la princesa Teresa de Sajonia-Hildburghausen. Eso unía dos casas reales alemanas, y como tal, debía celebrarse a lo grande.
Así que el 12 de octubre de ese año, en el que ahora se conoce como el Theresienwiese (prado de Teresa, llamado luego así en honor a la novia) en pleno Múnich, se montó la fiesta nupcial. El menú no los sabemos, pero como buenos bávaros que eran, seguro que no faltó la cerveza (que cumpliría con la Reinheitsgebot decretada casi tres siglos antes y vigente entonces).
La festividad tuvo tanto éxito que al año siguiente, en 1811, se mandó repetir, añadiendo una feria agrícola a los ya establecidos que festejos, que incluían carreras de caballos y atracciones circenses. Y ya quedó como cita anual… aunque el recuerdo de la boda se pierda en el tiempo y gane protagonismo la cerveza.
Lo único, desde 1872 se adelantó un poco en el tiempo, de manera que empiece a mediados-finales de septiembre, y así pillar unas condiciones meteorológicas más favorables. Pero quitando eso, cada jarra que se levanta de Festbier, es un homenaje a aquellos novios que crearon esta tradición a principios del siglo XIX.
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