En el bar que más suelo ir (por una conjunción entre horarios, cercanía a casa y variedad de cervezas) ya tengo probado casi el 100% de la carta, así que cuando trae algo nuevo, me lanzo a ello de cabeza. Y claro, pasa lo que pasa. Que a veces desearías haber traído contigo un becario que se lo acabe.
Esta es un claro ejemplo. Strong Lager (o Imperial Pilsner) alemana, pero propiedad de Carlsberg. Al servirla no está mal, color ámbar profundo y espuma escasa pero compacta. Hasta ahí bien. El olor es escaso y metálico.
En boca, es leve, floja, con sabor agrio, también metálico, pero ligero. Más amarga que maltosa, con un toque picante. Pero decepcionante de principio a fin. Si está fría, no cuesta beberla. Pero si no, se hace cuesta arriba.
Tiene 6% ABV, y yo recomendaría beberla en jarra y bien fría, para que dure más la temperatura y menos la cerveza. Acompañar de saladitos. Y la próxima vez, pide otra cosa.
“Mi opinión en un Tweet:” Hay cervezas comerciales de aquí mucho mejores. Una Voll-Damm mismamente. Nota: Insuficiente.
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