Hoy tenemos una receta que la pueden hacer incluso aquellas personas que su contribución a una cena es llevar una botella de vino (vamos, que no saben cocinar ni tienen clase, porque si no llevarían cerveza). Es un postre divertido y con bastante sabor, pero que no podréis darle a los niños por mucho que os lo pidan.
Los ingredientes que necesitáis son: 1 litro de leche, 100 gramos de azúcar, 330 ml de cerveza Stout, 340 gramos de leche evaporada, 400 gramos de leche condensada y 12 g de gelatina en polvo. Y una cerveza para beber mientras, claro.
Disuelve la gelatina en la cerveza moviendo para desprender parte del gas. En un cazo con suficiente capacidad para todo, calienta la leche con el azúcar, a fuego medio que no se te queme y tengas que tirar hasta la olla (sabemos de lo que hablamos). Cuando la leche empiece a hervir, añade la cerveza con la gelatina disuelta, apaga el fuego y mezcla.
Sin dejar de mover, echa la leche evaporada y la condensada y mezcla todo bien. A continuación, échalo en un molde grande o en varios pequeños si prefieres raciones individuales y mételo en el frigorífico cuando se enfríe un poco durante unas 3 horas o mejor hasta el día siguiente. No diréis que no es fácil: lo más complicado es mover todo bien para que se mezcle. Así que avisadnos cuando lo hagáis que nos acercamos a merendar a la hora que nos digáis. O al menos, mandad fotos.
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