Igual que el plátano, uno de los aromas que suele aparecer en las cervezas de trigo es el clavo (el clavo de olor, la especia). No se debe tanto al trigo en sí como a la levadura usada, pero es bastante característico y reconocible.
Este aroma se debe, entre otros productos, al 4-Vinylguaiacol que proviene del Ácido Ferúlico procedente de las paredes celulares vegetales, en combinación con el Eugenol (otro guaiacol) procedente del lúpulo.
Si nunca lo habéis olido previamente, os recomendamos ir al supermercado y comprar un botecito. Es fácil de encontrar. Nosotros recordamos que cuando éramos críos se ponían clavos de estos en un limón partido como método para espantar a las moscas. Con nosotros no funcionaba, y ahora lo buscamos en la cerveza.
Lo puedes encontrar, como hemos dicho, en cervezas de trigo, sobre todo en las Hefeweizen alemanas, pero también en algunas cervezas belgas o en las que (vale, esto es un poco trampa) lo lleven como ingrediente, como algunas Pumpkin Ale.
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