Desde el valle del oso con cuernos de ciervo (cervoso o be-er) nos llega esta cerveza de un estilo alemán casi extinto hasta que las cervezas ácidas se pusieron de moda allí en los USA. Una Gose (con trigo malteado, sal y especias) con un nombre largo y raro que hace una blasfema referencia al padre, al hijo y al espíritu santo (Holy Ghost, en inglés).
En copa es de color rubia clara, opalina, pálida y ligera. Con escasa burbuja, poca espuma y que encima es poco persistente. El aroma es especiado y láctico, un poco a yogurt rancio. El sabor es algo que sorprende mucho si no has bebido antes ninguna Gose…
Resulta de entrada ácida y te hace poner muecas. Es refrescante y frutal, sí, pero la elevada acidez unida al punto salado hace que parezca que te da más sed en lugar de quitarla, cada trago te deja con ganas de dar otro para acabar de lavar la boca. La sensación que deja finalmente es de frío en el fondo del paladar.
Al menos no tiene mucho alcohol, 4,2% ABV, así que si bebes mucha intentando saciarte, hay menos posibilidades de emborracharse mucho. ¡Pero ojo con la acidez de estómago! Procura maridarla bien con salmón ahumado o marisco, tu cuerpo lo agradecerá.
“Mi opinión en un Tweet:” No se me ha parecido ni una paloma ni un cervoso. Nota: Suficiente alto.
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