La semana pasada acudimos invitados a cubrir el evento que habían organizado para dar a conocer al público la nueva imagen y gama de productos Grimbergen de venta en España. Como preveíamos que se iba a poder beber gratis y es algo que nos encanta, allá que nos fuimos.
Era en la Real Fábrica de Tapices, en Madrid, y habían acondicionado el recinto para que recordase a una abadía. En la entrada, puerta con arco apuntado; en la segunda parte, bancos de misa y púlpito; y en la tercera (la menos sacra de todas), barra de bar y luces de disco.
La presentación estuvo introducida por un presentador de televisión local, seguido por un representante del departamento internacional de Mahou-San Miguel (que son los que distribuyen Grimbergen en España) y por dos miembros de la abadía de Grimbergen venido para la ocasión (un Padre y un Abad).
En ella se habló del mercado de cerveza en España (que, según sus datos, demanda cada vez más cervezas de abadía y de trigo) y de la historia de la abadía (que, resumiendo, viene a ser una serie continua de destrucción y reconstrucción, de ahí su logo de Ave Fénix resurgiendo de sus cenizas y su lema “Ardet nec consumitur”).
Todo ello, acompañado de fotos de la abadía y de la vida cotidiana de los monjes (en las que, por más atención que presté no les vi beber ni una triste cerveza), y de una introducción cinemática bien molona y digna de un videojuego de la próxima PlayStation 4 y que te hacía quedarte con ganas de que te dejasen un mando para ponerte a manejar al Ave Fénix ese.
Una vez terminada esta parte, pasamos al fondo, a la sección bar, donde el Abad nos presentó y explicó las tres variedades que componen la gama de Grimbergen ahora. Primero, la rubia, la Blonde, una cerveza de 6,7% ABV facilona aunque la más alcohólica de la gama. Después, la Dubbel (Double- Ambree), la tostada de 6,5% ABV. Y por último, la nueva. ¿Adivináis cuál es? Pues una cerveza de abadía y de trigo. Una Wit. La Blanche, con 6% ABV (un poco más alto de lo normal en este estilo), que es sin duda la mejor de la actual gama.
Y es que, aparte de esta introducción y del cambio de estilo en las botellas, otra de las novedades es que se deja de importar las dos más alcohólicas. Nos quedamos sin la Triple (a la que yo personalmente no echaré mucho de menos, con 9%) y sin la Optimo Bruno (que tenía 10% y de la que pienso hacer acopio porque sé que en unos meses la echaré de menos).
Bueno, todo esto nos contaron, mientras iban circulando a nuestro alrededor grandes personas, geniales maridajes a cuál más suculento, copas llenas de cerveza, y las horas. Tanto, que cuando nos dimos cuenta, casi éramos los únicos que estábamos allí, bebiendo sin parar y hablando, que son cosas que, por si no nos conocéis, nos encanta hacer.
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