Vamos a empezar la entrada despotricando contra la cerveza, directamente… ¿300 ml? En qué coño estaba pensando el que fabricaba las botellas. 33 cl es lo normal; cuando son de 355 ml te da una alegría; pero… ¡300 ml! ¡Sentimos que nos han robado el último sorbo sin haber empezado siquiera!
Y, una vez desahogada nuestra frustración sobre los tamaños, vamos a ver la cerveza. Es de color dorado brillante, con reflejos ambarinos. La espuma es blanca y fea: jabonosa y pegajosa, pero al menos es persistente.
En nariz destacan las notas maltosas y especiadas. Un poco como una cerveza de trigo, pero sin esa riqueza afrutada, sustituyéndola por más azúcar o caramelo. En boca es dulce, con el punto especiado picante y un leve regusto afrutado (y quemado).
Bueno, que esta cerveza de abadía belga tiene 6,8% ABV, lo cual no está mal (nosotros somos más de beber más, si la cerveza lo pide). Y aunque de esta tal vez no nos beberíamos una pinta entera, sí que nos acabaríamos los 33cl… ¡Así que nos deben un trago!
“Mi opinión en un Tweet:” Una de las abadías más conocidas. Pero no te aflijas por un trago menos. Nota: Bien bajo.
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