Ya hablamos hace tiempo de la marca que hoy nos ocupa, pero hoy queremos detenernos un poco en su cerveza más conocida oscura, la que viene del infierno. Pero antes vamos insistir en que la principal peculiaridad de la casa, BOM (Belgian Original Malt), es que crea sus propias maltas especiales a partir de malta base para tener siempre el producto personalizado y reciente, ya que lo hacen justo antes de elaborar.
Dicho esto, entendemos por qué no las asignan ningún estilo clásico a sus cervezas con el argumento de que, si usan maltas que son propias y antes no existían, no pueden clasificarse tampoco dentro de los estilos que existían anteriormente. Pero nosotros apostamos a que es algo entre una Bruin y una Dubbel…
Y es que es de color marrón rojizo muy oscuro, casi negro (y turbia, casi opaca), con una cabeza de espuma beis, abundante y pegajosa. El aroma es leve, con notas de caramelo de la malta y de especias de la levadura. En boca destaca más el café, el chocolate y el regaliz, con persistencia.
Para beber en copa o cáliz, pese a ser un producto infernal (con 6,66% ABV, pone). Pero bueno, con unas “Tetillas de Monja” para maridar, arreglado. Y así nos emborrachamos menos y no pecamos.
“Mi opinión en un Tweet:” El repartidor te las trae del infierno en triciclo. Eso tiene mérito. Nota: Notable.
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