Las cervezas pueden tener, entre otros muchos aromas (como vamos viendo en esta sección) unos cuantos aspectos organolépticos que nos recuerdan al pan y a otros productos de panadería. ¡Es muy lógico! Si lo piensas, comparte la mitad de los ingredientes, incluyendo uno fundamental: el cereal.
Además, en ambos casos, estos cereales (el trigo, o la malta de cebada, o ambos) pasan por procesos en los cuales el calor produce en ellos las famosas (famosas porque os hemos hablado de ellas en anteriores ocasiones, al menos) reacciones de Maillard, en las que un azúcar y una proteína se unen, dotándoles de sabores, aromas y pigmentos coloreados (de colores “tostados”, del amarillo al marrón oscuro, casi negro).
A estos pigmentos se les llaman melanoidinas. Seguro que os suenan porque, como ya os dijimos, hay una malta que se llama así. Y son el producto que “tizna” nuestras tostadas cuando las metemos en la tostadora. Por eso, tanto la cerveza como nuestro desayuno pueden compartir estos aromas (y nombres y colores, ya que a las cervezas “tostadas” se les llama así por el color que les dan las maltas oscuras).
Para aprender a reconocerlo, nuestro consejo es que cojáis diferentes tipos de pan y los tostéis a diferentes potencias o tiempos, para que queden desde “crujientito” a “chamuscado”, y los oláis. Y, por no tirarlo, aprovechad para acompañarlo de patés, quesos y unas cervezas tostadas, claro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario