Como si cada vez que hablamos de esta marca volvemos a contar todo lo de sus maltas especiales BOM y lo de que por tanto no adjudican estilos a sus cervezas… pues sería un rollo. Por lo que podéis ver que ya hablamos de ello en los enlaces.
Y así nos vamos directamente hoy a la cerveza que se supone nos llega del mismísimo cielo. Una rubia dorada de brillos cobrizos, con abundante espuma blanca de persistencia media, pegajosa y rocosa. Buena presencia para una cerveza belga, sobre todo en copa tulipa.
El aroma es a lúpulo (destacan Cascade y Styrian Golding) con notas cítricas y especiadas, y también presencia de la levadura. En boca la malta es pan levemente tostado, mucha fruta y recuerdo a pomelo. La única pega es su elevada carbonatación en boca: resulta refrescante, pero intensa para el sabor.
Y, dado que no ponen estilo, pues habrá que intentarla definir un poco como algo a caballo entre una Blonde belga y una Pale Ale (belga también). Con su 6,2% ABV está bien para acompañar pasta con queso o quesos sin pasta.
“Mi opinión en un Tweet:” No te llevará al séptimo cielo, pero me vale: vivo en un segundo. Nota: Bien alto.
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