Muchas dudas acerca de la cerveza son sobre su momento óptimo de consumo. Y es un asunto en el que es difícil generalizar, ya que cada cerveza es diferente y depende de muchos factores (el uso del lúpulo, el alcohol, si está filtrada o pasteurizada, etc.). Pero es un tema lo suficientemente importante para que haya que analizarlo un poco más en profundidad.
Retomando lo importante: la cerveza no caduca. Gracias a ser un producto estable, con alcohol y lúpulo (ambos conservantes naturales), no va a llegar el punto de hacernos daño, y por tanto no tiene fecha de caducidad. Sin embargo, sí que tiene fecha de duración mínima, ya que tampoco es un producto que no se deteriore con el tiempo. Esta fecha es la que conocemos como de “Consumo Preferente” y puedes aprender mucho más sobre ella en este test.
Pero lo importante es que esa fecha, puesta por el productor tan corta o larga como desee, indica que la cerveza mantiene hasta entonces sus propiedades tanto de gusto como de aroma o textura. Pero… ¿cuánto tiempo es esto?
Pues depende como hemos dicho de la cerveza en sí misma y de las condiciones de conservación (de las que también se habla en el enlace de antes). Pero investigando un poco hemos encontrado una gráfica que estudia cómo cambian diversos parámetros de la cerveza con el tiempo:
Lo ideal, por tanto, es que el productor asignase a su cerveza una fecha de consumo preferente en el periodo de tiempo (a determinar con estudios de vida útil de su producto) en el que aún no han cambiado demasiado esos parámetros: antes de que los aromas decaigan, por ejemplo; y por supuesto antes de que aparezcan signos de envejecimiento como los aromas a cartón.
Muchos abogan por poner solamente como información la fecha de embotellado. Pero la legislación precisamente obliga a poner la fecha de duración mínima para que no sea en el consumidor en el que recaiga la obligación de saber cómo adaptar esa tabla (que probablemente ni conocerá) a esa cerveza en concreto.
Por eso, hace tiempo en una charla en redes sociales, propusimos cómo debería ser idealmente la información dada sobre la duración de una cerveza, desde el productor al consumidor, resumida en cuatro líneas y una pequeña gráfica.
Así, el consumidor sabe cuándo se hizo, cuánto dura sin cambiar, y hasta cómo puede evolucionar después si desea guardarla. Además de cómo conservarla para que esa gráfica sea verdadera e incluso como degustarla para sacarle el máximo partido.
Quizá sea mucho pedir añadir la gráfica… pero la fecha de consumo preferente y las condiciones de conservación si son necesarias para alcanzarla vienen obligadas por la legislación. Lo otro… ¡a voluntad de la información que quieran proporcionar!
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