Hoegaarden

Esta cerveza es otra de esas que, pese a llevar casi 10 años escribiendo en el blog, parece increíble que se nos haya pasado comentar y reseñar. ¡Y eso que hemos hablado de otras cuentas de la misma marca! Pero la básica, la Hoegaarden a secas, no la habíamos tratado. Y hay que hacerlo, ya que es la Witbier por excelencia.

Hoegaarden
Su origen se remonta a la resurrección del estilo de la mano de Pierre Celis, una historia que ya os hemos contado. Y durante años ha sido la más representativa del estilo. Porque es un ejemplo casi perfecto: amarillo lechoso, claro, pálido, turbio… con espuma blanca abundante, aunque no muy persistente. Da para entender por qué las llaman “cervezas blancas”.

El aroma no tiene el toque a plátano de las cervezas de trigo alemanas, sino un toque más a grano, junto con las especias que son típicas de las cervezas de trigo belgas: cilantro y piel de naranja. El uso de estos adjuntos, así como que el trigo de las belgas se usa crudo, sin maltear, y en menor proporción son las principales diferencias entre las dos familias.

El sabor es dulce, pero muy refrescante gracias al toque especiado. Para verano (aunque lleguemos justitos) es una cerveza ideal por su bajo alcohol (4,9% ABV), servida fresquita en su maceta típica, y acompañada de mejillones al vapor o patatas fritas.

“Mi opinión en un Tweet:” Un clásico básico, símbolo de un estilo. Nota: Notable alto.

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