Esta, aunque su nombre ahora no lo indique, sería otra Budweiser que podría entrar en la competición que ya hicimos, ya que tanto su antiguo nombre (1795 B.B. Budweiser Bier) como la fábrica (Budějovický Měštanský Pivovar), lucen con orgullo el estandarte de la ciudad de Bohemia donde se fabrica: České Budějovice.
Y, claro es una Pilsner checa muy clásica, con su color de rubia al cien por cien, oro claro y brillante, su espuma blanca y de medio tamaño y su burbuja fina y moderada. Algo que, servido en su vaso de cristal (que no de barro), hace entender la popularización de este estilo.
El aroma inicialmente es a lúpulo (también clásico y obviamente checo: Saaz), pero enseguida torna a maltoso. Una mezcla entre prado y maltería que invita a beber. Y en boca es ligera, equilibrada y agradablemente amarga.
En fin, una cerveza muy agradable y fácil de beber, que sirve tanto para refrescar el gaznate sin más pretensiones, como para disfrutar paladeándola. Y que tiene 4,7% ABV, con lo que puedes beber un par sin problemas.
“Mi opinión en un Tweet:” Da gusto la tradición checa. Hacen cervezas que no cansan. Nota: Bien.
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