Aun sabiendo todo lo anteriormente comentado en las otras entradas sobre cerveza y salud, hay que dejar bien claro que el alcohol es perjudicial para el organismo, ya que el consumo mantenido de cantidades excesivas de bebidas alcohólicas se asocia al desarrollo de un síndrome de dependencia al alcohol o alcoholismo, pero también a múltiples enfermedades crónicas que eventualmente pueden tener fatal desenlace.
Así, deben señalarse los efectos del consumo excesivo de alcohol sobre el hígado, páncreas, sistema nervioso y aparato locomotor, así como los deterioros psicoorgánicos, trastornos psicóticos y otros problemas psiquiátricos asociados. Asimismo, consumido en dosis altas, el etanol es indudablemente un tóxico para todo el sistema cardiovascular, ya que daña tanto el miocardio como los propios vasos sanguíneos.
Otro punto importante a tener en cuenta es el patrón de consumo, tanto la cantidad como la frecuencia de la ingesta. Hay evidencias científicas que indican que el menor perjuicio se consigue cuando el consumo, siempre moderado, de alcohol es regular y efectuado durante las principales comidas, y no cuando el consumo es en cantidades semanales similares pero limitado y concentrado en uno o dos días a la semana. Además, como ya sabéis, existen situaciones especiales en las que no es en absoluto recomendable consumir bebidas alcohólicas, ni siquiera en dosis bajas o muy bajas, como durante el embarazo y lactancia, cuando se va a conducir o con determinadas medicaciones o enfermedades.
En conclusión, os seguimos recomendando (o no, según el caso de cada una) el consumo de las cervezas que os describimos y reseñamos, pero siempre con mucha moderación. Concretamente las recomendaciones actuales son de 20 gramos de alcohol al día para los hombres y 10 gramos para las mujeres, como máximo. Así que disfrutad de la buena birra, pero no os paséis.
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