Desde la cervecera belga que elabora la Delirium Tremens nos llega esta cerveza menos llamativa y menos conocida (que adquirió en 1987). Pero, como dice una amiga belga, en las cervezas de su país puedes tener una certeza: cuanto más fea la etiqueta, más rico el contenido. ¿Qué nos espera con esta?
Pues para empezar nos espera un líquido de color rojizo oscuro (y cierta turbidez debida a su ¿“triple fermentación”? ¿de dónde sacan tantas?), que va coronada por una cabeza de espuma de color beis claro, y con una persistencia media-baja.
El aroma es a maltas tostadas y a frutas, intenso y complejo. También huele algo a caramelo y a frutos secos. El sabor es dulce y afrutado. Con ese toque metálico tan característico de las cervezas belgas, pero que no molesta, y de nuevo caramelos y malta. Al final destaca un amargor que equilibra el conjunto.
Está claro que tras esa etiqueta fea en la que indica que tiene 7,3% ABV hay una cerveza rica y compleja, que oculta tras muchos matices ese alcohol y que demuestra, una vez más, que no se debe juzgar nada por sus apariencias. ¡Aplicadlo y disfrutad, Jardineros!
“Mi opinión en un Tweet:” Es como el cuento del patito Feo. ¿Pero qué leches es “grand cru”?. Nota: Notable bajo.
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