Tras daros mucho la lata con cervezas en lata, vamos con unos estilos que creemos que nunca serán lo mismo sin su botella: las cervezas trapenses belgas con segunda fermentación. Y en esta ocasión hablaremos de una de las “recientes”. Porque, pese a venir de la clásica y conocida Abbaye de Notre-Dame de Scourmont (aka. simplemente como Chimay), en un principio esta cerveza era la del día a día de los monjes, sus invitados, y los que se alojan en el albergue de Poteaupré, y no se vendía fuera ni se exportaba.
Pero de un tiempo a esta parte, varias cerveceras de abadía han sacado la versión suave de sus cervezas a la venta, denominadas “Patersbier” o “Enkel”, y caracterizadas por ser más suaves y amables. Esta, por ejemplo, es de color rubio dorado (de ahí sus otros nombres, Blonde o Goud), un poco arenoso y turbio, con matices anaranjados. La espuma es blanca, pegajosa y esponjosa, resultando con buena presencia en el cáliz.
En nariz es algo levadurosa, con notas cítricas y especiadas (lleva curaçao y cilantro, como suelen llevar las Witbier belgas). Y en boca comienza dulce, pero acaba con un final amargo, de manera que resulta fácil de beber y sabrosa. Los sabores que lo acompañan son similares a lo encontrado en nariz, junto con un poco afrutado y el amargor herbal del lúpulo Hallertau.
La principal pega que le vemos es que está más o menos al mismo precio que sus hermanas mayores, y no nos llena igual que una Chimay Bleue, ya que es menos intensa y sólo tiene 4,8% ABV. Vale que esta se supone que es la de beber a diario, pero…
“Mi opinión en un Tweet:” ¡Nosotros usaríamos la Azul como cerveza para el día a día! Nota: Bien bajo.
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