Como prometimos al introducir esta nueva sección, vamos a informaros un poco más sobre como interactúa la cerveza con ciertos medicamentos en nuestro cuerpo. El alcohol al ser ingerido, pasa al torrente sanguíneo y es transportado al hígado, en el cual se lleva a cabo el metabolismo hepático del alcohol. En ese proceso, diferentes enzimas, se encargan de metabolizarlo y eliminar finalmente su toxicidad.
Algunas de estas enzimas, también se encargan de metabolizar ciertos medicamentos. Esto produce una batalla entre alcohol y medicamento que unas veces gana el alcohol y otras el medicamento. Pero en ambos casos perdemos nosotros. Que se imponga el uno sobre el otro depende del tipo de medicamento.
En el caso de la ciclosporina y medicamentos depresores del sistema nervioso central, tipo ansiolíticos, hipnóticos, opiodes, antihistamínicos, barbitúricos… El que gana es el alcohol. Produce una inhibición de enzimas hepáticas y esto conlleva que el medicamento no se metabolice y se acumule, aumentando así su toxicidad.
Debido a esto, los efectos adversos del medicamento se ven potenciados. Y además, en el caso de los medicamentos que suprimen el sistema nervioso central, nos puede entrar desde un sueñecito a destiempo, hasta sueños más profundos que ya no dan tan buen rollo. Así que en este caso, si os veis en la necesidad de tomar alguno de estos medicamentos, mejor evitar el alcohol. Visto lo visto, sabemos que la idea de beber una cerveza 0’0 os empieza a resultar tentadora.
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