La leyenda dice que en la cervecería Reichelbräu (que luego sería Kulmbacher), un aprendiz se olvidó meter en la bodega dos barriles de cerveza, que quedaron expuestos al frío invierno y congelados. Cuando les encontraron y retiraron la capa de hielo, castigaron al aprendiz a beberse el mejunje restante… ¡Pero descubrieron que estaba bueno!
Como es una leyenda, no sabemos si el barril contenía, como esta botella, una cerveza oscura, color rojo sangre, pero limpia, con una espuma de color hueso, abundante, compacta y de persistencia media. Lo dudamos, por eso preferimos que se quede en leyenda y nosotros probar la actual.
Que es de sabor dulce, con cierto contrapunto amargo, pero principalmente maltosa. Sabe a pan dulce, frutas pasas y crema, con un toque de coñac y de caramelo. Vamos, que es una cerveza intensa en sabor y en alcohol (con 9,2% ABV resultantes tras la concentración).
Y si la leyenda es cierta, es la pionera de un proceso que luego se ha usado para elaborar verdaderas burradas de cerveza, retirando el agua y concentrando (que no destilando) las cervezas hasta niveles de licores. ¡Pero con muy buenos resultados!
“Mi opinión en un Tweet:” El agua moja, lo que queda da calor. Nota: Notable alto.
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