Esta es una de esas cervezas que, si no llega a ser porque nos invitan, nunca habríamos probado. Una cara colaboración entre la alemana Weihenstephaner y la estadounidense Samuel Adams, para hacer un producto “gourmet” para gente que prefiere el champán a al cerveza.
Porque, pese a seguir la ley de la pureza alemana, su levadura belga, sus maltas de cebada, trigo y avena, y sus lúpulos Hallertau Mittlefrueh, Spalt Spalter, Tettnang Tettnanger, Hersbrucker… todo ello junto da una cerveza que más parece cava.
De color rubia claro, con espuma muy abundante pero muy efímera (como la del cava). Olor frutal y a lías, que le dan un toque especiado. Sabor maltoso pero de final muy seco. Aunque rico. De cuerpo menos potente de lo que podrías esperar y muy carbonatada.
Una cerveza de excesos, no apta para todos los días. Ni por sus características, ni por su precio ni por su alcohol (10,5% ABV). Parece que ya no la hacen, así que si encuentras alguna botella de este experimento, puede ser interesante ver como evoluciona.
“Mi opinión en un Tweet:” Una cerveza-champagne, de ambos lados del charco, y según la ley 1516. Ahí es nada. Nota: Bien bajo.
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