Otro de los aromas habituales en las cervezas son los aromas cítricos (no ácidos; aprovechemos para recordar que ácido se usa para describir sabores, no olores), y hoy nos vamos a centrar en el del limón.
Generalmente, este olor se busca mediante el uso de lúpulos aromáticos que dan esta característica (sobre todo en nariz, en boca es más amargo que ácido). Algunos de los lúpulos que dan estos aromas son el eslovaco Styrian Golding, el japonés Sorachi Ace o el neozelandés Motueka. Buscad IPAs con estos lúpulos e intentad encontrar este aroma.
Ojo, que también puede ser en la cerveza un subproducto de la fermentación (y por lo tanto muy probablemente un defecto), y presentar el aldehído Citral, que hará que al oler dicha cerveza se te salten las lágrimas. Esto no os recomendamos buscarlo, pero antes o después lo encontraréis, me temo.
Y, claro, para reconocerlo cuando lo busques, lo mejor es coger un limón, partirlo, olerlo, exprimirlo, volverlo a oler, y ya después aprovechar para preparar una Radler con alguna lager malona que tengas en la nevera. ¡Refrescante y educativo!
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