Respondiendo una vez más a las llamadas que tanto nos gusta hacer a los blogs, este año empezamos los especiales colaborativos (a punto de caer una siguiente #Ronda, también) con esta entrada sobre nuestra #NavidadCervecera. Y la verdad es que las navidades son muy cerveceras habitualmente.
Son una época en la que te juntas con mucha gente (ya sea familia o amigos) que hace tiempo que no ves, y que manera mejor de acompañar esas situaciones que con nuestro líquido favorito. Pero no siempre se puede. Nuestras familias vallisoletanas son numerosas y de tierra de vino; es caro y arduo sembrar la cervezofilia en esas tierras, y pocas veces nos esforzamos a lo grande (los más directos, sí, pero cuando te juntas veintipico, pues no).
Y esta navidad eso cambió. Un buen amigo importador y distribuidor nos regaló un barril de cinco litros de St. Peter’s Christmas Ale y, claro, beberse 5 litros de una tacada de algo de 7% ABV es mucho hasta para hígados entrenados como el nuestro, así que lo llevamos a la cena de nochebuena y ofrecimos a todo el que quiso.
¿El resultado? Irregular. Muchos la probaron, pero pocos repitieron. Mejor así, claro, que si no no tocábamos más que a una caña corta por cabeza, y yo puse de mi parte bebiendo más de litro y medio. Pero está claro que nadie es profeta en su tierra. A ver el año que viene que les llevamos. O qué nos bebemos nosotros, y que les den morcilla.
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