Hace poco se ha celebrado la sexta edición del Barcelona Beer Festival, el que sin duda nos parece el festival cervecero más importante de la península. Para no perder la tradición, hemos mandado al becario, que ha tenido que sacrificarse ingiriendo decenas de muestras de cerveza, con la consiguiente resaca. Por suerte, apuntó lo que vio y su amnesia post-etílica no ha impedido que esta entrada llegue a los lectores.
El festival ha cambiado a una nueva localización: La Farga de l'Hospitalet de Llobregat (a una parada de tren de Barcelona Sants). Este cambio ha sido arriesgado pero necesario, ya que durante los últimos años en el Museu Marítim se habían formado colas de hasta 3 horas, que habían obligado a cerrar las puertas por aforo causando críticas de algunos asistentes. Pero ¿funcionó la nueva localización?
Durante el primer día pasaron 8.000 personas, una cifra relativamente baja. Hubo razones meteorológicas para esta corta asistencia: cayó una especie de diluvio universal sobre Barcelona, con cortes de calles y retrasos en Cercanías (bueno, esto sucede con regularidad aunque no llueva). El sábado, no obstante, entraron 17.000 personas, con picos cercanos a las 4.000 simultáneas durante las últimas horas. Si el viernes fue decepcionante por el vacío de gente que se veía, el sábado fue todo lo contrario, con momentos de agobio en cualquier punto del recinto. El domingo se cerró con una discreta asistencia de 6.000 personas. Fue este día el que más achacó la localización, perdiendo las "hordas de guiris" que entraban por curiosidad al pasear por la zona de Drassanes el Barcelona otros años. En total, 31.000 personas. En principio nada mal.
El sistema de funcionamiento fue bastante parecido al de años pasados, con un aumento de las cervezas simultáneas, que crecieron hasta las 100 líneas de grifos. Se mantuvo la clásica pizarra, con la campana al pinchar barril nuevo, aunque este año al haber tantas cervezas sonaba de forma mucho más constante. Esto hizo desaparecer el clásico y muy entrañable griterío de alegría cada vez que sonaba, una lástima.
El sistema de entrada y pago tampoco sufrió alteraciones, con cervezas a 2, 3 o 4 tokens con una proporción parecida a la de otros años. Con el festival habiendo madurado, creemos que este es uno de los puntos más flojos y de los que generan más críticas. La "obligación" de tomar una medida cercana a los 20 cl., pagando de media 3€, por una cerveza que quizá no te vaya a gustar es algo que no todo el mundo acepta de buen grado.
Es por esto que esperamos que el modelo de BBF Experience (la copa de degustación con catas a una ficha) sea más protagonista en años venideros. Porque es el modelo que más invita a probar, ya que no es lo mismo perder una ficha que tres si algo te decepciona. O que se introduzcan fichas de valor más pequeño, para ajustar mejor cantidades, calidades y precios con un mejor escalado.
Respecto las cervezas hay poca cosa que objetar. Cervezas muy variadas, con estilos y niveles para todos los gustos. La más grata sorpresa (en charlas con colegas y cerveceros), fue posiblemente la calidad de los cerveceros rusos que visitaron el festival. Trajeron desde Gose con frutas hasta Imperial Stouts en barrica demoledoras, y casi todas a un nivel entre el notable y el excelente alto. La Brewers Association también trajo buenas cervezas, aunque las de perfil más clásico belga (Saison y Belgian Blonde) no se bebían a buen ritmo y ocuparon los grifos todo el domingo por la mañana y parte de la tarde. Tenemos que decir que echamos de menos algunos nombres gordos más del top 50 de cerveceras de la BA, pero realmente no podemos quejarnos.
Aunque al haber más oferta, quizá haya que tener un criterio más selectivo con algunas marcas, y potenciar el hueco para las que realmente son buenas, bonitas y baratas. Igual que nos gusta que se potencien con tirador fijo las sin alcohol y las sin gluten (pero no tanto que otros tiradores fijos respondan a un criterio simplemente económico, o eso imaginamos).
Fuera del tema propiamente cervecero, otra gran y grata mejora fue la App. Pese a que en algunos momentos falló (especialmente el sábado tarde-noche), ha dado un grandísimo salto cualitativo respecto el año anterior, transformándose en una herramienta casi imprescindible tanto para el público como para los Beer Informers, los aficionados a la cerveza encargados de orientar y recomendar a los asistentes que lo deseaban. Además, el hecho de tener notificaciones evitó en gran medida la horrible sensación que se te había pasado una cerveza.
Pero hablando de Beer Informers… El festival sigue creciendo y, año tras año creemos que esta figura debe ser potenciada. Este año, la App informaba, pero no puede recomendar como un experto. Y simplemente esta función hace que sigan necesitándose más (y mejor). Igual que con respecto a los profesionales de la barra.
La comida estuvo a la altura habitual, aunque las raciones creemos que siguen siendo algo caras. Seguimos defendiendo que haya un stand con "comida colchón" a precio popular (bretzels, bocatas...) ya que ayudaría a los asistentes a moderar más la borrachera. También recomendamos, aunque suene mal, la venta de refrescos. Es una muy buena manera de rebajar un poco la cogorza antes de seguir probando, y lo echamos un poco de menos. Antes que el espacio era ajustado y había que fomentar la rotación, había excusa para limitar la variedad. ¡Pero ya no! ¡Cliente que sale, cliente que pierdes!
Si hablamos de servicios, tenemos una de cal y otra de arena. Por una parte, los lavabos fueron más que dignos, limpios, y abundantes (¡al fin!). Por otra, no hubo una vez más servicio de guardarropa. Ya es el segundo año que el BBF coincide con días fríos, y había gente que realmente no sabía dónde meter abrigos, jerséis, bufandas, etcétera. Volvemos a insistir en la necesidad de este servicio. Y en que se busque la manera de evitar, en los lugares cerrados, los olores de comida, humanidad y demás atentados olfativos.
Pero lo que desde luego es un acierto es haber buscado más espacios (para profesionales, para actividades y para mil cosas). ¡Eso es lo que hace interesante un festival, aparte del hecho de ir y beber! Sólo esperamos que vuelvan nuestras actividades favoritas (por las que siempre rogamos): las actividades para Bloggers y la Mesa Redonda del estado de la nación, digo, del sector –al modelo original-.
En resumen, un muy buen festival que con la nueva localización ha ganado en confort y posibilidades aunque costa del público ocasional (y del lugar céntrico y chulo), pero debemos decir que la estampa del sábado por la mañana con gente mayor de barrio tomando cervezas fue magnífica. ¡Y que se puede exprimir y mejorar más! ¿Lo vemos en 2018?
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