Otra de nuestras marcas favoritas desde hace muchos años es la del monasterio de Weltenburger. Un sitio paradisiaco a orillas del Danubio, en el que se encuentra una de las cervecerías más antiguas del mundo, que empezó a fabricar en el año 1050 (en tres décadas, un milenio).
Además, son fáciles de encontrar en unos grandes almacenes españoles, y a buen precio. Así que miel sobre hojuelas. Y de color un poco más dorado y limpio que la miel es esta cerveza, con su espuma blanca abundante que la corona.
Huele a malta, paja y grano. Tiene olor a lo que llamaríamos cerveza-cerveza. La base de todo. Algo de lúpulo herbal, pero predominando el cereal fermentado. Y en boca es similar, de entrada dulce, toques metálicos leves, amargor equilibrado…
De trago fácil con un cuerpo suave y carbonatación media, se recomienda consumir a unos 8ºC (el doble de lo que tenemos habitualmente las neveras) servida en Kugelseidel (jarra redonda y baja); además de acompañar de sopas, pizzas y pastas. O beberla sola, que no tiene más que 4,9% ABV.
“Mi opinión en un Tweet:” Cerveza de corte alemán clásica, pero en el corte inglés. Nota: Bien bajo.
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