El otro día decidimos que era el cumpleaños del becario. Como tampoco le hablamos mucho, le tenemos encerrado y nadie se ha molestado en apuntar cuando lo compramos, decidimos un día aleatoriamente. Tampoco sabemos cuántos años tiene, pero eso fue más fácil de resolver: le cortamos un miembro y contamos los anillos, como los árboles. Ya tiene más de 21, así que le regalamos una cerveza, aprovechando que puede beber.
Y qué mejor que una botella de un tercio rodeada de un bonito papel azul. Una Liefmans envuelta como un caramelo. Una presentación diferente y con tapón de corcho tipo champaña que la hacen inconfundible. Una vez desenvuelto el regalo y servida en copa (una de vino va bien), se ve muy turbia, de un hermoso color avellana. Recibe muy bien la espuma, que es clara y esponjosa, pero también efímera. Si la temperatura es la adecuada se aprecian olores afrutados envueltos en madera.
Al gusto tiene un toque seco, como de champaña (hombre, igual está sugestionado por la forma de la botella), pero enseguida llega el picor afrutado, de punto ácido característico de las Sour Ales, pero muy bien amortiguado por un toque como de chocolate, dulce.
Luego nos lo agradeció y nos dijo lo bien que marida esta cerveza con el húmedo sótano en el que le tenemos encerrado, puede que se deba a que se deja fermentar unos meses en bodega o por el 8% ABV que tiene y los cuatro días que lleva alimentándose a base de moho. Nosotros opinamos que mejor con queso de cabra. De cualquier manera, es una buena cerveza para buscar una excusa y brindar con ella.
“Mi opinión en un Tweet:” Un agradable caramelo adulto bien envuelto. Nota: Notable alto.
Estaba muy buena..
ResponderEliminarSí que lo estaba, sí.
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