Tras hablar en la primera entrega de esta sección de los tipos de maridaje que podíamos encontrar entre comida y cerveza, hoy nos toca explicar otros conceptos importantes cuando vamos a unir estos dos aspectos de la gastronomía (comer y beber) que tanto nos gustan. Y uno de los conceptos más importantes es el de cuidar el orden en la selección tanto de platos como de cervezas.
Debemos elegir con cuidado las cervezas que acompañen a cada vianda (o viceversa) buscando que su intensidad y peso sean equilibrados. Dicho en sencillo: cervezas suaves para platos suaves, y las cosas fuertes con otras cosas fuertes. De manera que ninguna de las dos domine excesivamente la unión, ni absorban a la otra.
Igualmente, estas características deben ir en una curva creciente si hablamos de maridar un menú o una sucesión de cervezas o platos. No podemos empezar con las cervezas más intensas o pesadas y luego ir a las más suaves, porque nuestro paladar se resentirá, igual que ocurre y debemos graduarlo con la comida. Por lo que, resumiendo: Intensidad y peso creciente, y siempre en equilibrio.
Para lograrlo, obviamente, lo mejor es conocer en profundidad ambos factores (comida y bebida). O al menos imaginarlos. Con la cerveza es fácil si tienes una buena base bibliográfica que te permita conocer los diferentes estilos. Pero también ayuda tener memoria gustativa y una buena biblioteca de aromas y sabores en la mente. Esto te permitirá prever qué tipo de maridaje será el más adecuado o cuál puede funcionar mejor. Y esa “cultura” sólo hay una manera de lograrla: comiendo y bebiendo. Por lo que ese es nuestro consejo de hoy, jejeje.
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