Para celebrar lo que sea hay que aprender de las grandes celebraciones. ¡Y apuntar alto! ¿Que te casas y eres el príncipe de Baviera? Pues montas la Oktoberfest. ¿Que has aprobado una examen con un 6? Pues no te cortes y celébralo a lo grande también. Monta tu propia Oktoberfest, aunque sea en mayo. Lo único que necesitas es que no falten cervezas como esta.
Bueno, valdría cualquier cerveza. Pero mejor si es alemana, de baja fermentación, cumple con su ley de la pureza (Reinheitsgebot, vigente desde 1516 hasta hace bien poco), es de estilo Märzen (con cierta densidad) y está hecha en Múnich. Vamos, como esta.
Pero dejemos de hablar y comencemos a beber esta cerveza rubia dorada y brillante, limpia. Admiremos su burbuja fina y no muy abundante pero que genera una espuma compacta y pegajosa (aunque tampoco muy abundante ni persistente). Olamos su aroma a pan y grano, maltoso y ligeramente empalagoso. Luego el sabor es dulce, pero al final compensa con cierto amargor del lúpulo.
No sabemos si será la primera realmente -como hemos leído por ahí-, pero es cierto que es buen ejemplo de lo que es una cerveza de las que sirven en la verdadera Oktoberfest. Un poco más alcohólica de lo normal, pero sin pasarse (5,9% ABV), ideales para acompañar el pollo asado (el gran olvidado en nuestras copias de la fiesta), el codillo y las salchichas.
“Mi opinión en un Tweet:” Los sabores de octubre en Alemania en tu vaso, cuando quieras. Nota: Bien.
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