La cerveza que traemos a reseñar hoy nos gusta por dos motivos. El primero es que es una IPA americana de las que ya no se imitan tanto, así que se agradece encontrar nuevos ejemplos (bueno, nuevos, tiene un par de años, pero cuenta como novedad, al menos para el Jardín).
Y el segundo es que esta cervecera californiana está pensada para ayudar a organizaciones sin ánimo de lucro que defienden la igualdad social, el bienestar económico y la protección del medio ambiente con al menos un millón de dólares.
Sabiendo que eso es lo que hacen con nuestro dinero, la disfrutaremos más. Aunque ya se disfruta su aspecto limpio y burbujeante, de color ámbar. Con su espuma blanco hueso flotando encima como un futuro mejor (esponjoso y pegajoso, aunque de persistencia baja).
Huele a lúpulo pináceo, herbal y frutal (de ahí su nombre, avisando que va llena de los siguientes lúpulos: Columbus, Chinook, Ekuanot, Idaho 7, Mosaic, Nelson Sauvin y Zappa). Y tiene un sabor amargo, pero con equilibrio con las maltas caramelizadas.
Es tirando a alcohólica (7,4% ABV) pero no se nota mucho. Se notan más sus 55 IBUs. Y aun así tampoco son excesivos, porque entra bien. Nos recuerda a las American IPA que bebíamos en los inicios mucho más que esas otras cosas a las que ahora llaman IPAs.
“Mi opinión en un Tweet:”Casi nos habíamos olvidado de que el lúpulo podía usarse así. Nota: Notable alto.
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