Como ya os introdujimos, dentro del viaje de prensa de San Miguel Selecta a Alemania para “salir ahí fuera” y explorar, como en su campaña, la selección de las materias primas, visitamos una Cooperativa de Lúpulo de la zona de Hallertau (HVG, Hopfenverwertungsgenossenschaft).
Allí tuvimos la suerte de que su Manager de exportaciones hablase castellano (se llama Carlos Ruiz y es venezolano). Así que pudo contarnos con comodidad y sin necesidad de traductor un poco sobre la compañía y la industria del lúpulo en una de las zonas con más tradición en este campo.
Esta cooperativa lleva más de 60 años funcionando y agrupa a más de 1000 productores familiares (con un promedio de 16 hectáreas por granja). En el pasado llegaron a ser 8000 productores, aunque con menor producción.
La región en la que se sitúa Wolnzach es Hallertau, una de las regiones más famosas y que produce más lúpulo de Europa. Es más, se la conoce como “el jardín del lúpulo”. Durante las visitas, lo mencionaban muchas veces (tanto que nos habría gustado poder hacer un juego de beber: ¡trago cada vez que el guía diga “EJDL”!).
Trabajan cada año con unas 35.000 toneladas de cosecha de lúpulo, que es procesado y adecuado para su uso en las cervecerías. El 65% se hace pellets, el 25% se transforma en extracto (mediante CO2 en estado supercrítico), y tan sólo el 10% (bueno, “sólo”, que hablamos de más de tres mil toneladas) se comercializa en flor.
Y es que, si la flor prensada tiene una capacidad de almacenaje de unos 100 kg por metro cúbico, el pellet quintuplica esta tasa (además de conservar el lúpulo sin oxidar durante más tiempo). Pero precisamente el interés de esta planta que visitamos es que es de las últimas que trabajan el lúpulo en flor, y pudimos ver el proceso que siguen.
En primer lugar, reciben los lúpulos con los conos ya secados y separados desde cada granja (o de los importadores, ya que a veces trabajan con lúpulos de fuera). Se vuelca en unas tolvas y pasa por un proceso de imantado, tamizado y separado por gravedad (para quitar los objetos metálicos, los grandes y los pesados, respectivamente) que finaliza con una preciosa lluvia verde de lúpulo (me hubiese metido debajo encantado).
Todo esto, el lúpulo va bajando planta a planta de un gran “silo”, donde ahora se le deja secar hasta alcanzar una humedad homogénea del 8%. Entonces está listo para pesarse y prensarse (con una maquinaria hidráulica de aspecto “tradicional”, o sea, viejuno).
Cada fardo de lúpulo es de una sola variedad (las procesadoras no pueden “mezclar” lúpulos”) y cosecha. Y una vez empacado, recibe un sello de trazabilidad, con lo cual el destinatario sabe el tipo de lúpulo, la cosecha y el origen de lo que recibe.
Sus clientes van desde cerveceras españolas (como San Miguel) a cervezas trapenses belgas. El 80% de la producción se destina a la exportación, así que se puede encontrar (como bien sabemos) lúpulo de Hallertau en todas las partes del mundo. Y en todo estilo de cerveza.
Por ejemplo, en la San Miguel Selecta se utilizan tres tipos de lúpulos que provienen de Hallertau: las variedades Herkules, Magnum y Taurus. Lúpulos de alto contenido en alfa-ácidos (entre el 11 y el 17%), aroma moderado, y que soportan bien el almacenamiento. Pudimos olerles en flor, romperles y compararles en tamaño y características, que siempre es interesante.
Además, visitamos una plantación cercana, donde se nos explicó lo delicado del cultivo (necesita terrenos húmedos pero con muchas horas de luz al día en los meses de crecimiento) y que es muy sensible a los hongos. Dice un dicho alemán que “Der Hopfen will seinen Herrn jeden Tag sehen” (o sea, que el lúpulo quiere ver todos los días a su dueño, en el sentido de que es una plantación que no puedes dejar de visitar y cuidar a diario). Pero prometemos hablar más de los campos de lúpulo en otra ocasión, que hoy ya nos hemos enrollado suficiente.
Y aún nos queda hablar de experiencia en Alemania dedicada a la cebada, con visita a una empresa especializada en semillas, y de las maltas que usa la San Miguel Selecta... pero eso también será otro día. Copiándoles el eslogan de la marca para el blog: “Lo mejor está por llegar”.
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