De un tiempo a esta parte, la cervecera sueca Omnipollo se ha hecho un lugar de honor entre las cerveceras VIP del panorama craft. Primero entró con buenas IPAs, y luego remató con cervezas muy innovadoras pertenecientes a varios estilos, mayormente Imperial Stouts y sours.
Su Noa Pecan Mud Cake es uno de sus buques insignia. Con un 100/99 en RateBeer, y con una auténtica legión de groupies detrás, puebla varios bares cerveceros con precios no exentos de cierta polémica. En Barcelona, por ejemplo, las medias pintas –ojo, las cañas- de esta cerveza cuestan entre 7 y 8 euros. ¿Qué la hace tan especial?
La cerveza es negra, petrolífera, densa, con una espuma ocre que se disipa con relativa rapidez. El aroma es sorprendente: cacao, bizcocho industrial, ron y vainilla a go-go. Es tan intenso que eclipsa cualquier otra nota aromática. La verdad es que nos resulta algo artificial y un poco pasado de vueltas. Para hacernos una idea... huele a Phoskitos borracho. Tiene lógica teniendo en cuenta que es una Russian Imperial Stout aromatizada (en algunas versiones con aromas artificiales, en otras con aromas naturales). La cerveza, rozando lo empalagoso, se hace dura al final (especialmente si no es la primera). El trago es alcohólico, no podemos olvidar su 11% de alcohol en volumen.
Como se puede deducir, tras la fama adquirida y su coste, la cerveza nos resultó algo decepcionante. Sí es cierto que es golosa, plena, corpulenta y deliciosa. Pero su artificialidad y empalagosidad la bajan de un olimpo que no acabamos de entender, especialmente en la puntuación de 99 que hace referencia a la adecuación al estilo. Habrá que ver la reacción de los que siempre han criticado a las cerveceras industriales por usar extractos.
“Mi opinión en un Tweet:” Es a una Russian Imperial Stout lo que un Bony a un bizcocho. Nota: Notable bajo.
De acuerdo en todo,llega uno a pensar porque huele y sabe a sabores artificiales. La verdad decepciona.
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