Debate: La Memoria Cervecera

Queremos traer a la mesa de debate en la que nos metemos en profundos jardines cerveceros (nada que ver con los Biergarten alemanes como el de este cuadro) una reflexión que comentábamos el otro día en la barra de un bar (donde suelen nacer los debates que luego compartimos en EJDL).

Mirábamos atentos la pizarra de cervezas (“pizarra” digital, a la última, en un bar moderno) y nos dimos cuenta, al ir a comentar qué pedíamos, de que cada vez prestamos (al menos nosotros) menos atención al nombre de la cerveza, y más a la marca o al estilo.

Vamos, que nos fijamos en cosas como “la Session de Dougalls”, “la Imperial de Drunken” o “la ácida con fruta de Flying Inn” antes que en si su nombre es “Nosequé” o “Nosecuál”. Y tenemos la teoría de que se debe (como tantas cosas malas de este mundo cervecero del siglo XXI) a la avalancha continua de novedades que jamás se vuelven a repetir.

O sea… ¿para qué molestarse si quiera en mencionar o aprenderse el nombre, si esa cerveza no va a volver a salir al mercado? A veces parece que carece de sentido incluso a la hora de pedirlas en la barra. A lo que ayuda que es más fácil decir el número del tirador, que al final es lo que importa al camarero. ¿Os pasa a vosotros lo mismo? ¿Tenéis esta sensación de futilidad con los nombres de las birras?

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