Desde el mundo de las latas de colores llenas de dibujitos de calaveras, astronautas, explosiones, lupulitos y demás cosas raras en tonos chillones y planos (y dominado en parte ahora por la multinacional verde Heineken) nos llega esta cerveza.
Una Rye IPA (o sea, India Pale Ale con centeno) de color ámbar rojizo, limpio y bonito. La espuma es abundante, esponjosa, fina y pegajosa. Bonita de ver, y más servida en un vaso modernote. ¡No dejéis que os la pongan en un vaso recto salvo por cuestiones de tamaño!
El aroma es intenso a lúpulos americanos y del hemisferio sur (lleva un gran puñado: Columbus, Citra, Galaxy, Motueka, Rakau, Wai-Iti y Waimea) con lo que encuentras notas frutales y cítricas junto con las caramelosas de la malta y las especiadas del centeno. Lo mismo en boca, resultando amarga y con un punto áspero y picante.
La densidad en boca es potente, y no es muy carbonatada. Como tampoco es baja en alcohol, que tiene 6,2% ABV, no es una cerveza ideal para refrescarse, pero sí para tomar la dosis diaria de lúpulo los días que no hace demasiado calor.
“Mi opinión en un Tweet:” Beberla en otro momento no te va a hacer perder, no es realmente una bola ocho. Nota: Notable alto.
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