Las Dubbel son quizá las cervezas más conocidas de los estilos de abadía de la tradición belga. También muchas veces las conocemos como “Tostadas”, ya que vendría a ser la traducción mejor que “Morena” de la palabra Bruin / Brune (en oposición a Blonde).
Pero primero queremos aclarar que de Dubbel no significa “Doble” exactamente. No es que tenga doble fermentación (aunque si se refieren a una segunda fermentación en botella, sí suelen llevarla, pero no viene de ahí). Ni que tenga el doble de alcohol que una normal (tienen más, sí, pero no tanto). Ni que lleve el doble de malta, ni que nada el doble…
Se supone que antiguamente podrían usar como símbolo una X para marcar la fortaleza de las diferentes cervezas que elaboraban, poniendo una, dos, o incluso tres “X” para identificar las más potentes que fuesen sacando. Y estas se quedaron con ese nombre, al ser las segundas más fuertes de los estilos de abadía. Así que lo de Dubbel define un estilo de cerveza tostada que estaría entre una Bruin o Brune y una Quadruple (las triples nos las saltamos, que son rubias).
En la cata, en la fase visual, su color debe ir desde el ámbar profundo, rojizo al marrón oscuro. La presencia de levadura de una refermentación en botella puede dar turbidez. Y la espuma suele ser abundante. En aroma destacan las maltas tostadas que le dan su color (pero no a café o regaliz, sino caramelo o pan), los ésteres frutales de las levaduras belgas y hasta sus toques especiados. Y en sabor suelen ser dulces, al ser su base muy maltosa. El lúpulo no suele tener nada presencia. Y el alcohol (aunque ronda entre 6 y 8 grados) no debe ser invasivo.
Probablemente los mejores ejemplos que podemos encontrar del estilo sean cervezas trapenses, que se han mantenido durante años fieles a la tradición. Así, cerveceras que elaboran en sus abadías como Westmalle o La Trappe son buenos ejemplos. Pero también cerveceras “laicas” como St. Bernardus hacen Dubbels excepcionales.
¿Qué más podemos decir de este estilo de cerveza? Pues que lo suyo es beberlas en cáliz, como cervezas de monjes que son. A una temperatura media, que permita disfrutar de sus sabores y aromas, como unos 8 ºC. Y acompañarla con maridajes de guisos de carnes o quesos. ¡Probadlo y veréis que no os mentimos!
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