A ver si conseguimos explicarlo sin liarnos. Carling es una marca de cerveza cuya cervecera fue fundada por un tío de Yorkshire en London (pero el London de Ontario, no de Inglaterra) en el siglo XIX. Pero a mediados del siglo pasado empezó a venderse en Reino Unido, y allí lo petó, llegando a ser la marca más popular (en volumen de ventas) en los años ochenta y a fabricarse también en Burton-on-Trent. Actualmente pertenece al grupo Molson-Coors (canado-estadounidense). ¿Entendido?
Pues olvidad todos esos países y sitios: esta lata está hecha en Barcelona, en Damm. Estas marcas generalistas (que al final saben todas igual) hacen a menudo eso: fabrican en otros países para ahorrar costes de transporte y distribución. Ya nos pasó con la Budweiser y ahora con esta.
¿Y el producto en sí? Pues una yonkilata de medio litro de cerveza de 4% ABV cualquiera. Rubia, carbonatada, espumosa. Olor a grano y maíz, y sabor similar. Con el amargor justo para no empalagar. Un poco acartonada, sobre todo cuando va cogiendo temperatura.
Vamos, que no merece la pena en absoluto pagar a precio de importación una cerveza canadiense, triunfadora en UK, pero hecha en Barcelona. Sobre todo teniendo mejores cervezas hechas aquí, incluso a mejor precio. Por lo que no te recomendamos ni maridaje ni vaso ni temperatura. ¡No te la recomendamos!
“Mi opinión en un Tweet:” Si quieres parecer un hooligan, bebe esto en el metro. Si no, no lo compres. Nota: Insuficiente.
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