Después de contaros con qué medicamentos gana el alcohol la batalla por las atenciones de nuestro hígado, hoy toca hablar de contra qué medicamentos pierde el alcohol. En este caso lo que sucede por tanto es que el medicamento es el que inhibe el metabolismo del alcohol, provocando que la concentración de alcohol etílico en sangre sea mayor, ya que este no se metaboliza y permanece en el torrente sanguíneo.
Algunos de los medicamentos que inhiben el metabolismo del alcohol son los antibióticos del grupo de las cefalosporinas; la clorpropamida, que es un antidiabético o el ketoconazol, que es un antifúngico. Como os podréis imaginar, todo esto aumenta la toxicidad del alcohol. Y creo que todos vosotros sabéis que efectos ocasiona una alta cantidad de alcohol en sangre. Desde mareos, náuseas y vómitos, pasando por perdida de la consciencia, fallos hepáticos, coma y, en el peor de los casos, la muerte.
Algunos pensareis que somos unos exagerados, que tenéis aguante para eso y más sin llegar a ninguno de esos efectos, pero pensad que vuestro fiel hígado, el que os da ese aguante y rendimiento, no va a metabolizar mientras estéis con el tratamiento ni una gota del alcohol que derraméis por vuestro gaznate.
Así que creemos que no es algo para tomarse a broma, además de que exceptuando la clorpropamida -que cada vez se usa menos-, el resto son medicamentos se emplean en tratamientos cortos. Por lo que aquí sí que no os la juguéis, que seguro que cuando terminéis de tomar el medicamento y os pidáis una cerveza os va a saber mejor que nunca. Visualizad el momento, jardineros.
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