El diseño está dentro del estilo de la cervecera zaragozana. Su flecha indica una intensidad de 20 nudos de viento del noroeste. Y el mapa, el tesoro. ¡Pero lo que vamos a evaluar es la información!
En la que empezamos mal... porque le faltan varias de las cosas obligatorias e importantes. La más grave: es una de esas bebidas enlatadas en las que no aparece la palabra cerveza en todo el etiquetado. ¿Qué vaya dirigida en exclusiva a un público especializado es excusa suficiente para no cumplir la ley en algo tan básico? Obviamente no creemos que sea un argumento válido para saltarse a la torera leyes españolas y europeas… Y nos hace preguntarnos cómo puede llegar algo así a las tiendas.
Además, tampoco tiene la fecha de consumo preferente. Han decidido poner la de enlatado. Y luego pone que el consumo preferente son seis meses. Dejando las matemáticas en manos del consumidor. Podría servir… salvo que no sirve, porque la ley indica otra cosa. Dice bien claro que hay que ponerla a no ser que tu cerveza tenga más de 10 grados.
Quizá esto no parezca tan grave, si se soluciona con una operación aritmética. Pero es un poco absurda la estrategia para no incluir un dato obligatorio y poner uno que tú consideras más importante. Es como si en lugar del peso neto de un envase de comida te hiciera el productor calcular la suma de los pesos de los ingredientes individuales para saber cuánto hay en total...
Porque la cantidad sí que viene (440 ml), igual que el alcohol. Estos dos datos parecen estar bien en su contenido. Aunque nuestros últimos descubrimientos en materia de etiquetado nos dicen que el primero a lo mejor debería aparecer más grande (al menos las marcas más asentadas lo hacen así). Y ya, de las menciones siempre obligatorias, sólo falta el domicilio social, cuya dirección debe aparecer “en todo caso”, independientemente de que pongan además el registro sanitario, la página web o la localidad.
La lista de ingredientes viene, sí. Con un alérgeno destacado: malta. No sabemos de qué, aunque suponemos que de cebada. Porque luego más adelante aparece “trigo”, pero sin destacar (pese a que también es fuente de gluten). El destacado de los alérgenos siempre debería tener más atención y claridad. Pero no por tener menos riesgo han de ignorarse cosas como que los ingredientes deben ponerse en orden decreciente: según esa norma, esta cerveza tiene menos trigo y avena que levadura…
Y ya, como último punto que no sabemos si cumple, es las condiciones de conservación para alcanzar en condiciones esa fecha de consumo preferente (o duración mínima) que nos ha tocado calcular que fue el 2 de abril de 2022. Porque viene un logotipo de un termómetro con la indicación 4-8 ºC, pero ignoramos si indica que necesita frío para almacenarse o es la temperatura de servicio recomendada.
Por lo demás aporta información complementaria de la que nos gusta, pero no mucha. La cantidad de amargor en IBU y los lúpulos usados en el texto descriptivo (dos cosas que en una IPA son importantes, creemos). Así que ahí araña al menos un punto más.
Conclusión: Que por una cuestión de principios se nieguen a poner que es “Cerveza” ya hace dudar de la voluntad de proveer adecuadamente de información al consumidor. Y esa dejadez se ve en que luego sólo encuentras un dato obligatorio correctamente puesto. Esperamos que sirva de aprendizaje y mejora, sin tener que recurrir a esto. Nota sobre 10: 3.
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