Coged las maletas que nos vamos a Múnich. Bueno, nosotros en verano, de verdad. Pero ahora metafóricamente, de manera virtual. A visitar la fábrica que es más antigua del casco urbano de Munchen, fundada en 1328 por unos monjes agustinos, claramente.
Después fue un negocio familiar, y ahora pertenece en su mayoría a una fundación sin ánimos de lucro llamada Edith-Haberland-Wagner, tal y como quiso la familia. Al ser de la ciudad, es una de las cerveceras que pueden servir sus birras en la Oktoberfest.
Y hoy vamos a hablar de la de trigo, de apariencia turbia por estar sin filtrar y color entre dorado y anaranjado, con abundante espuma blanco roto. Queda muy bonita servida en los largos vasos en los que se beben tradicionalmente las Weizenbier.
En aroma presenta notas a plátano y clavo, típicas de este estilo. Y pese a ser una cerveza dulce, resulta refrescante y ligera, con un sabor suave a trigo y de nuevo notas de plátano y levadura. Tiene carbonatación media y la textura es cremosa, por su densidad.
Con 5,4% vol. de alcohol es una buena cerveza para venir en formato de medio litro, ya que cualquier cosa más pequeña se puede hacer corta. Y si la usas para regar unas salchichas currywurst, pues es posible que necesites al menos dos.
“Mi opinión en un Tweet:” ¿Podemos repetir ya el chiste de quedarse agustiner? Nota: Bien.
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