Hoy os traemos una noticia que nos saltó a la vista la semana pasada (perdón por el humor negro, pero es que era imposible no soltar el chiste, que nadie nos mire mal, por favor). Y que habría ido de cabeza a la entrada de “La Justicia y la Cerveza” que hicimos hace unos años.
Y la protagonista vuelve a ser la cervecera Damm, que tras haber pasado por procesos penales por un consumidor que falleció por beber una botella suya, y por estar acusados de fraude y blanqueo (aunque aquí pagaron antes de ir a juicio), ahora tienen que indemnizar al dueño de un bar que perdió un ojo por la explosión de un botellín de cerveza.
Le acababan de hacer el reparto, se ve, y en la propia jaula de plástico la botella estalló, saltándole los cristales a la cara (y perdiendo el globo ocular). El Tribunal Supremo ha estimado que la botella no ofrecía la seguridad que era de esperar, y que al tratarse de un producto defectuoso, corresponde a la productora pagar al hostelero la indemnización de 127.927 euros.
Así que ojo los que se pasan con la carbonatación o la refermentación de sus cervezas (o batidos de frutas) en sus botellas o latas... Que la broma les puede salir por un ojo de la cara! (No, ¡mal!, ¡mal bloguero!, deja ya de hacer chistes malos y negros; como castigo te vas a beber hoy una Damm… ¡verás!)
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