Esta es una cerveza que se autodenomina “Real IPA” (no Rye, ojo), y que hace hincapié en el uso de dos lúpulos americanos: el incombustible Centennial, un clásico de la revolución cervecera al otro lado del charco, y el más novedoso Mosaic, claramente de moda y en auge.
El color de esta cerveza se sitúa entre el oro viejo y el ámbar. Es algo turbia, aunque no en exceso, y presenta una espuma de color hueso bastante cremosa y que deja un buen encaje de Bruselas. No es especialmente persistente, pero nunca llega a disiparse al cien por cien.
En nariz predomina la fruta: mango, melocotón y albaricoque. Notamos también algo de resina y una notable presencia de caramelo y nube de azúcar. El olor es refrescante y goloso. En boca, la resina y el pino toman algo más de protagonismo, junto a matices florales de fondo, pero la fruta sigue estando a primera línea. No obstante, nos deja un poco fríos respecto lo prometido en nariz, que es mucho.
El lúpulo aporta una sequedad y un amargor evidentes, pero de una forma no invasiva. Tiene un cuerpo ligero-medio que permite beberla a trago largo. De todas maneras no podemos olvidar su perfectamente integrado 7,2% ABV, que nos dejará cantando la serenata como no nos andemos con cuidado.
“Mi opinión en un Tweet:” El juego de palabras del nombre no está mal, pero la cerveza está mejor. Nota: Notable bajo.
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