Esta cerveza desembarcó en los supermercados alemanes más extendidos por la península hace meses. Su llegada no dejó a nadie helado. Pero el choque de corrientes cerveceras causó un cataclismo cuyas olas corrieron por el océano de las redes. Y sí, vamos a seguir haciendo chascarrillos náuticos toda la entrada, nos encantan.
Porque el color de la cerveza es negro como el de una noche sin luna en el Atlántico, en la que no se puede ver ni un iceberg. Pero translúcido como el mar y con brillo rojizo como la aurora. La espuma de las olas es beis claro, esponjosa (aunque no muy abundante, pero sí persistente y decente).
Lleva saborizante natural, con lo cual no vas a combatir el escorbuto en un viaje transatlántico. Pero hace que huela y sepa intensamente a ciruelas. Demasiado. Un poco a porter. Mucho a aroma de ciruelas, este adquiere pleno protagonismo de la película. De fondo, sensación áspera y con poco cuerpo, como una resaca (no de las cerveceras, sino de la mar) mientras nadas contracorriente.
Así, esta cerveza no va a llegar a buen puerto. Chocará contra el iceberg del hastío. Ni su baja graduación (4,9% ABV) ayuda a que sea más bebible. Salvo que seas un amante empedernido de las ciruelas, no creemos que esta cerveza te vaya a gustar. ¡No hay sitio para ti, Jack!
“Mi opinión en un Tweet:” Te puedes ahogar en una fría noche de ciruelas… Nota: Suficiente bajo.
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