Los norteamericanos de Maryland empezaron a hacer esta cerveza llamada Flying Dog Bloodline como lotes pequeños en 2003. Desde entonces la han ido fabricando repitiendo esta cerveza tipo IPA americana que lleva centeno y naranja sanguina (tanto en puré como la piel).
No sé si es que el nombre influye, pero esperábamos algo más rojo. Y es de color ámbar, que no pasa del dorado-anaranjado. Coronada, eso sí, por una espuma de color blanco hueso, abundante y pegajosa, rocosa en su consistencia.
El aroma es afrutado, con mucha presencia del lúpulo (lleva Northern Brewer, Citra y Galaxy) y de toques cítricos. Ojo cuando la cojas, porque si no está fresca, los lúpulos pueden ya no oler ni tanto ni tan bien. Aunque seguirá estando rica y equilibrada, no muy amarga, con buen cuerpo de malta detrás.
Y es que tiene 7% ABV y tan solamente 40 IBUs. Y no es turbia. Por ello no hará el cupo de moda actual en ninguno de los campos (más que en el de usar fruta para darles sabores, aunque ni en ese tiene demasiada presencia la naranja).
“Mi opinión en un Tweet:” Las líneas de sangre dan menos yuyu que las “deadline” con las entregas. Nota: Bien alto.
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