En aquellos tiempos en los que cada novedad presentada entre las cervezas trapenses era toda una noticia (tan lejos como 2009), los monjes de la abadía De Koningshoeven sacaron una cerveza para festejar el 125 aniversario de la misma. Y su nombre homenajea al hermano Isidoro, el primer maestro cervecero que tuvieron.
Como la cerveza funcionó bien, sigue en su catálogo hoy en día… y es por ello que ya está de sobra consolidada para aparecer aquí su reseña, jejeje. Así que a ver qué nos depara esta cerveza trapense holandesa, de 7,5% vol. de alcohol, de alta fermentación y con segunda fermentación en botella…
De color ámbar anaranjado, oscuro, al servirla en el cáliz típico del estilo (y de la marca) genera una espuma color yeso de cantidad media-baja, pero con buena persistencia y que deja un bonito encaje en el vaso cuando se va reduciendo.
En los aromas este tipo de cervezas de abadía no ocultan su influencia belga y tiene mucha presencia la levadura, con esos puntos fenólicos especiados y los ésteres afrutados. Y en boca destacan las maltas caramelizadas, también, con un trago que tiende a lo dulce y al mazapán, pero sin empalagar, y con un final más seco.
Antes venía solamente en botellas de 75 cl, y como dice el refrán que “cualquier tiempo pasado fue mejor”, las recordábamos más ricas. Pero la verdad es que hoy en día y en 33 cl, también son mano de santo. O de monje.
“Mi opinión en un Tweet:” Nadie la puede igualar, Isid'or es genial. Nota: Notable.
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