En anteriores capítulos… os hablábamos de una de las maltas de cebada con un malteado estándar más conocidas, pero aún nos quedan otras cuatro maltas más dentro de este grupo por conocer. Las maltas de este grupo se diferencian principalmente por las temperaturas de secado y curado, las cuales van desde los 50ºC a los 105ºC. Hoy subiremos un poquito la temperatura -pero solo un poquito- para hablaros de la malta Pale Ale.
La malta Pale Ale, al igual que la Pilsen, es una de las maltas más empleadas como base. Su rango de color es de entre 2’7-3’8 SRM es algo más oscuro ya que las temperaturas para el secado de esta malta son un poco más altas, como hemos dicho. Este aumento de temperatura elimina una característica por la que teníamos que preocuparnos con la malta Pilsen: el DMS. Además aporta a la cerveza un sabor que no es excesivo pero es rico en notas a galleta y tostadas. Esta malta además sufre una buena modificación durante el proceso, por lo que funciona muy bien en macerados a una sola temperatura.
Dentro de este tipo de maltas no podemos olvidarnos de mencionar una de las de mayor calidad, la elaborada con una cebada de invierno de dos carreras conocida como Maris Otter, que tiene un altísimo poder diastásico. Esto es, que tiene enzimas para transformar sus azúcares y los de quien se apunte a la fiesta. Además de que su baja concentración de nitrógeno favorece la claridad de la cerveza.
En resumen, una malta producida inicialmente para las cervezas de estilo Pale Ale inglesas (de ahí el nombre por el que al conocemos), pero empleada en multitud de estilos y países. Otro básico a tener en cuenta a la hora de elaborar nuestras recetas. En futuras entradas seguiremos hablando de maltas porque hay una gran variedad, en la variedad está el gusto y a nosotros nos gusta la cerveza (y hablar de ella).
No hay comentarios:
Publicar un comentario