Una de las políticas editoriales que seguimos en El Jardín es mostrar la variedad del mundo cervecero; pero no centrándonos tanto en estilos y marcas a la caza de reseñar cuantas más novedades mejor, sino en variedad de intereses y opciones.
Por eso las cervezas sin alcohol han ocupado siempre una parte importante de nuestra programación. Y esta cerveza francesa, que además usa ingredientes provenientes de la agricultura ecológica, pues es de las que tienen todas las papeletas de entrar en nuestra cesta de la compra y acabar reseñadas aquí.
Lo que no podemos asegurar ya es que acaben bien reseñadas, claro. Esta, por ejemplo, tiene buen aspecto: color oro viejo, profundo y limpio. La espuma blanca que genera en su cabeza es abundante y pegajosa, llenando lo que queda del vaso.
Claro que en aroma se detecta inmediatamente que es una cerveza sin alcohol, por el característico olor a mosto y grano. Aunque el sabor está más equilibrado de lo esperado, con un punto amargo más potente que en otras. Eso sí, sigue sabiendo a Sin Alcohol.
Pero bueno, es lo que es. Una 0,0% y además “bio”. Así que ni tan mal. Otra ventaja que tiene es que al venir en un formato tan reducido como son los 25 cl, no llega a hacerse larga ni empalagar. Así que no le daremos más caña a esta cerveza de Brasserie Castelain.
“Mi opinión en un Tweet:” ¿Qué era lo que venía en frascos pequeños? Nota: Bien bajo.
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