Vale que no son cervezas que frecuentemos tanto como cuando éramos jóvenes y nos gustaban los efectos del alcohol. Y vale también que nuestra favorita fuese la Donker y por eso aquella fuese la primera en ser reseñada hace ya casi una década. Pero eso no es excusa para haber hablado de casi todas las de la gama “Kasteel” en este tiempo y habernos dejado la rubia.
Bueno, técnicamente, la Tripel. Pero como en aquella época sólo había (o conocíamos) dos, pues eran la Donker y la rubia. Y aunque ahora haya más cervezas de Vanhonsebrouck, eso no ha cambiado: sigue siendo de color rubio limpio y bonito.
La espuma blanca llena una buena parte del cáliz, siendo compacta y de persistencia media. No impide que afloren aromas frutales, de fermentación, y maltosos. También aparece algo de lúpulo con notas especiadas. Lo que no se nota mucho en el olfato es el alcohol…
¡Mientras que en la boca sí! Es una cerveza que da calor. Y sin embargo, entra bien, porque aunque es maltosa y la levadura tiene un fuerte perfil belga, su final seco hace que no empalague demasiado y el trago sea relativamente fácil.
Así que al ver que tiene 11% ABV debemos tratarla con cuidado y no envalentonarnos con movimientos rápidos. Un poco como si fuese una carga de nitroglicerina. ¡Sus consecuencias pueden ser imprevisibles! Bueno, salvo la resaca, esa es bastante previsible.
“Mi opinión en un Tweet:” De las cervezas más potentes que podías echarte al coleto. Nota: Notable.
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