Dado que no son nada habituales de ver en el mercado, queremos comentar una cerveza que el año pasado llegó a nuestras manos: una Roggenbier alemana. Nada que ver con las cervezas de centeno que se utilizan para hacer IPAs. Esto viene a ser como una Weissbier en la que la malta de centeno supera a la de trigo y a la de cebada, en ese orden.
Recibe su nombre de una familia aristócrata alemana con gran importancia en el servicio postal europeo durante el siglo XVI, además de ser la propietaria de numerosas cervecerías y constructora de un gran número de castillos. ¡Ahí es nada! Aunque ahora, su cervecera se vendió a Paulaner.
Y ellos sacan esta cerveza de color “dunkel” rojizo, limpio, coronada por una espuma color hueso, no muy abundante ni persistente, ya que desaparece casi completamente. Huele a caramelo, malta, cereal y canela. Sabe dulce y a pan negro, acompañado de algo de caramelo, plátano y especias. Tiene mucho cuerpo y es sedosa y viscosa en el paso por la boca.
Una cerveza que, pese a no ser muy alcohólica (5,3% ABV), es intensa y de trago lento. Una cosa rara y especial de las que ya decimos que se ven pocas por España. Así que si veis una Roggenbier alemana, no dudéis en probar un estilo que seguramente no os deje indiferentes.
“Mi opinión en un Tweet:” Nobleza obliga, y hay que beber al menos una roggenbier en la viuda. Nota: Bien.
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