Para el que no lo sepa: las Hard Seltzer son, resumidamente, refrescos alcohólicos. Aguas carbonatadas con alcohol (conseguido por fermentación de azúcares de caña o malta) y saborizantes. Es la mayor tendencia en los USA en el mundo craft. Tanto, que ha hecho cambiar la normativa de la Brewers Association hace un par de años: antes, uno de los requisitos 'para sus asociados era que la mayoría de su producción fuese cerveza “tradicional”. Ahora ya no; igual que quitaron el tamaño máximo de las cerveceras, dado que la Boston Beer (Samuel Adams) es uno de los principales productores de este tipo de refrescos alcohólicos del país han quitado esta restricción.
Parte de su éxito en los USA hemos visto que ha venido dado por (como es muy habitual en la historia de las bebidas alcohólicas) su regulación legislativa. No son cerveza como tal, entendido en los USA como “malt beverages”, así que quedan fuera de la jurisdicción del Alcohol and Tobacco Tax and Trade Bureau (antes conocido como Bureau of Alcohol, Tobacco and Firearms) y el Federal Alcohol Administration Act. En su lugar, entra dentro de la Food and Drug Administration. Más permisiva en muchos aspectos.
La otra parte del éxito es enganchar a generaciones más jóvenes y a público no-tan-cervecero. Generalmente son bebidas azucaradas, sin lúpulo, por lo que no disgustan a los que no están habituados al amargor en la cerveza. Y dado que pueden saber a todo lo que le quieras echar, pueden gustar a todo el mundo y estar ricos. Son como pequeños cubatas o cócteles, con alcohol (los más populares con alcoholes sin perfil de fermentación, más neutros) y gas. Con la ventaja de que (al ser básicamente agua con alcohol), tienen pocas calorías y se pueden hacer sin gluten sin complicaciones. ¡Pero sigue emborrachando un poco, por eso se eligen en lugar de un refresco a secas!
Y ahora parece que esta nueva moda llega a España. ¿Durará más que la de las Brut IPAs? Es probable que sí. Cierta lógica tiene que las cerveceras se dediquen a producir refrescos. Siempre ha sido así: “Fábrica de cervezas, hielo y bebidas gaseosas” era un título muy habitual en las cerveceras de principios del Siglo XX. Pero… ¿qué sentido tiene ponerles alcohol a esas aguas carbonatadas?
Una de las críticas más habituales oídas en el sector a las cervezas Lager de las grandes marcas es que hacían “refrescos alcohólicos”. Ahora van las pequeñas marcas a empezar a hacer “refrescos alcohólicos”. ¿Por qué? Bueno, es sencillo (requiere menos perfiles a contemplar en la fermentación que hacer verdadera cerveza: azúcares disueltos y a fermentar), es rápido (no requiere maduraciones ni acondicionamientos) y es barato (además de que probablemente hagan HGB para conseguir más alcohol que diluir, los extractos y cosas que den sabor son más económicos en este uso que los lúpulos para una IPA).
La pega es que siguen siendo refrescos con alcohol. El siguiente paso del sabor a biofrutas. Y nosotros no bebemos para emborracharnos (sin más que nos pase es un efecto secundario de que nos gusta mucho beber cerveza). Por lo que no nos llaman nada la atención, teniendo más en común con los cubatas que con una birra. Así que ¡que no nos lo llamen birra!: es más birra una Heineken que eso. Pero oye, si con su popularización más gente conoce marcas cerveceras y se empieza a interesar por sabores diferentes, puede que hasta sean bienvenidos. Siempre y cuando no se eliticen y se conviertan en la nueva moda snob, claro... ¡El tiempo lo dirá! Y vosotros, ¿qué opináis?
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